“Deberíamos dejar de ser tan mirones y en vez de mirar
tanto hacia afuera, dedicarnos a mirar más en el interior”
- La Ventana Indiscreta. Alfred Hitchcock (1954) -
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Bienvenid@s damas y caballeros, pasen y lean:
Podría comenzar describiendo este espacio titulado “INTROVISIONES” (Ver el apartado “Qué es IntroVisiones” para más detalles) como una especie de “ventana” que separa mi mundo interior del exterior, dentro de una escena cambiante y en constante evolución, que unas veces se asemeja a la observación desde un moderno “Loft” en el Greenwich Village de Nueva York, y otras se parece más a la contemplación desde una solitaria pero cálida cabaña en un bosque irlandés, a orillas de un lago. Pero eso sí, ambos observatorios con vistas a las rocosas y verdes montañas de Jaén, coronadas por un castillo donde habita una princesa fantasma. Es fácil viajar a bordo de un Submarino Amarillo.
En ocasiones dicha ventana se encontrará completamente abierta, siendo utilizada como salida de emergencia o vía de escape (sin filtros ni censura) a la voz que reverbera en mi interior tratando de hallar un poco de libertad y aire puro (“Le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí, que no se quede callado quién quiera vivir feliz” que cantaba mi admirado Atahualpa Yupanqui). Esto me permitirá a su vez, ventilar y oxigenar todas las cavidades y ventrículos de mi yo interior, dejando paso a toda voz nutritiva y rica en ideas antioxidantes que pueda servirme como alimento. Algunos días incluso podrá verme, querido “introvisor-intrometido”, apoyado en el quicio de la misma mientras le saludo ufano y sonriente.
En otras por el contrario, la ventana permanecerá cerrada a cal y canto, por seguridad y como método profiláctico para las relaciones íntimas con un mundo (tanto el real como el digital) profundamente enfermo y en el que nadie (ni yo mismo) está a salvo de posibles contagios. De hecho, posiblemente me halle practicando el “autoconocimiento”. Y es que como decían las palabras de Yuval Noah Harari: “Conocerse a uno mismo es el antivirus para evitar que nuestro cerebro sea hackeado”. Por cierto... ¡Acabo de ver por la ventana cómo los asesinos de la razón han matado a mi vecino! ¡Y le han cortado las barbas! Iré poniendo las mías en remojo...
Y no se extrañe si eventualmente encuentra la ventana caprichosamente a medio abrir (o medio cerrar según dictaminen expertos psicólogos y filósofos) pues también soy un chico travieso al que le gusta de vez en cuando jugar a la ambigüedad, y comunicarse de maneras alternativas como el teléfono de lata de la casa del árbol, o mediante golpecitos en “código Morse” contra el cristal. Si se atreve puede usted cotillear, pero cuidado no le cojan, pues hay un espacio reservado en el infierno con su nombre, o peor aún, una silla de tertuliano (¡Sálvame Superman!).
Sea bienvenido de pararse a tocar en mi ventana en cualquier caso, si es usted caminante buscador de la senda de la verdad (no solo la mía) y viene en son de paz con la sana intención de intercambiar filias y fobias, antes de proseguir su camino. Tal vez incluso nos ayudemos mutuamente a afinar nuestro rumbo. Y no sea cabrito (como yo solía ser) y salga corriendo justo después de llamar, por favor.
Y es que al fin y al cabo, siendo dueño y esclavo de mis propias palabras: “piedra que rueda no cría moho y hace camino”. El caso es andar y demostrar el movimiento, lo demás ya lo iremos viendo sobre la marcha.
Sea bienvenido todo aquel que viene con la mente y el corazón abiertos y ánimo para las batallas cotidianas.
Psicólogo, Formador, Escritor y Músico.
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Imagen 1. Autor: Szenczi y Mañas. Tomada prestada de fuente.
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